martes, 4 de agosto de 2009

“Se puede silenciar al Profeta, pero no la Profecía”


En el 33er. aniversario del asesinato de monseñor Enrique Angelelli, las Comunidades Cristianas Barriales y el Seminario de Formación Teológica, eligieron como tema para reflexionar comunitariamente la Profecía en el contexto de la Historia del pueblo de Dios.

La memoria, anclada en ese caminar del pueblo de Dios, nos dice que el Profeta es un hombre de Dios que grita contra los abusos de un poder que en cualquier instancia (Monarquía, Estado, Gobierno) y en cualquier tiempo humilla y oprime a las personas, desconociendo el derecho de todos y todas a una vida buena.

“De la garganta del Profeta sale el grito del compañero aplastado y dice ¡No, Dios no lo quiere! Sandro Gallazzi, biblista.

Por ello, la fidelidad del Profeta es doble.

Fidelidad al Dios de los pobres, Dios Vivo, presente en la Historia, como lo reconoce y nombra Judit; Tú eres el Dios de los humillados, ayuda de los pequeños, fuerza de los débiles, defensor de los desanimados y salvador de los desesperados.

Fidelidad a los pobres de Dios, viendo, escuchando, conmoviéndose con las situaciones de dolor, marginación, injusticia que vive la gente.

Encontramos en la Biblia la figura del Profeta, hombre de Dios que vive en medio del pueblo, que sabe decir lo que es justo, como Eliseo o Jeremías, como Jesús que caminó por Galilea haciendo el bien y anunciando: “El reino de Justicia llegó, crean y cambien su manera de actuar”. Lc.4,21

En este marco de reflexión, ¡qué fácil!, ¡qué evidente! es reconocer a Enrique Angelelli, Pastor y Profeta. Llegado a La Rioja el 24 de agosto de 1968, en su homilía de toma de posesión, se presenta y anticipa lo que realmente fue su pastoreo.

“Les acaba de llegar un hombre de tierra adentro, que les habla el mismo lenguaje, también de tierra adentro. Un hombre que quiere identificarse y comprometerse con ustedes. Quiere ser un riojano más. Por eso, desde ahora les dice: Mi querido pueblo riojano.”.

Enrique Angelelli Pastor, vivió esa doble Fidelidad del Profeta. En un lenguaje cercano señalaba para todos; "el camino se construye con un oído en el Evangelio y el otro en el pueblo”

Y en ese camino compartido con su pueblo decía “El Obispo tiene que ser fiel a la palabra que predica. El es maestro, testigo y profeta, es el pregonero de la fe, maestro auténtico, testigo de la verdad divina, que debe penetrar sabrosamente en su interioridad para proclamarla valientemente, sin que pueda disminuirla por comodidad, desfigurarla por pereza u ocultarla por cobardía. El servicio episcopal de la palabra debe ser respuesta concreta a las exigencias reales de su pueblo; supone capacidad para entender la historia, descifrar los signos de los tiempos y penetrar en las angustias de los hombres”. (Agosto 1971).

La fidelidad a su misión trajo esperanzas y vida nueva para el pueblo riojano, invitación al cambio, a la construcción de una sociedad sin opresión, donde la dignidad, el trabajo, la solidaridad sean frutos visibles.

"Cuando existe un pobre es porque Jesús sigue crucificado y cuando un pobre recupera la dignidad, es porque podemos reconocer a Jesús Resucitado. Así lo explicaba recientemente el Padre Enrri Praolini. (Julio 2009).

La fidelidad a la misión le trajo también el signo que acompaña inequívocamente a los discípulos de Jesús, la persecución. ”Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos” Mt.5,10

El verdadero Profeta siempre es perseguido. Jesús incorpora la cruz en su proyecto y la ofrece, no como un accidente eventual, que puede o no acontecer, sino que es parte integrante de la opción de justicia.

El proyecto de muerte que encarnó la dictadura instaurada en el país en año 1976, golpeó al pueblo argentino y riojano. La cárcel, el exilio, la desaparición, el asesinato, el despojo, fueron las prácticas destinadas para quienes trabajaban por una sociedad solidaria.

Enrique Angelelli, Pastor y Profeta cayó también en Punta de los Llanos, el 4 de agosto de 1976 asesinado en un accidente provocado, que hasta hoy vergonzosamente se quiere ocultar.

En estos 33 años ,las acciones para el silenciamiento de su mensaje y de su muerte nos siguen lastimando.

Enrique Angelelli, Pastor y Profeta, amó a su pueblo riojano hasta dar la Vida. Mataron cobardemente al Profeta, pero no su mensaje. Su vida apasionada por Jesús y su reino de justicia hoy nos sigue convocando y animando en el caminar.

En la convicción de su martirio, reclamamos Verdad y Justicia para su muerte. Necesitamos de esos frutos de Vida que los hombres y mujeres de bien somos capaces de generar para nuestra sociedad y las generaciones venideras.


Por Comunidades Cristianas Barriales y Seminario de Formación Teológica

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